Privatización del Canal de Isabel II
21 FEB 2012 - 00:03 CET
El Canal de Isabel II es la próxima empresa a privatizar según Esperanza Aguirre. El argumento es que el PP así lo quiere, sin haber dado explicaciones económicas ni de gestión sobre la necesidad de su privatización. Por otro lado se trata de una empresa rentable y de ejemplar calidad y servicio.
Como ciudadano, no veo como es posible que unos políticos cuya obligación es gestionar lo público para mayor beneficio del ciudadano acometa semejante cambio en la propiedad de algo que es de todos y que beneficia a todos, para transferirlo a propietarios privados, y no sólo eso, sino que además transferirá tanto los beneficios económicos de su explotación como las propiedades inmobiliarias y terrenos del Canal.
Por si fuera poco, para engrosar los beneficios económicos de su explotación a los futuros propietarios, el Canal, empresa aún pública, ha subido en dos meses consecutivos, diciembre del 2011 y enero del 2012 las tarifas del agua y de sus servicios. Así se eliminan de antemano las críticas sobre la posible codicia de los nuevos propietarios y se les asegura unos suculentos beneficios a costa del desembolso de todos para el beneficio de unos pocos.
¿A ustedes les parece esto aceptable? A mí no solo me parece inaceptable el hecho en sí, sino que me parece increíble que la oposición no haga todo lo posible, incluida la movilización ciudadana, para impedir semejante apropiación de lo público. Legal, pero injusta e innecesaria.
Federico Goded Rambaud.
De embargos e hipotecas
El tatarabuelo de mi vigésimo tatarabuelo era campesino. Cultivaba una tierra que no le pertenecía, a la que estaba atado de por vida. Gran parte del fruto de su cosecha y su trabajo iba a parar a un despiadado señor feudal que, según dicen, le proporcionaba protección en tiempos de guerra.
El tataranieto de su vigésimo tataranieto, un servidor, vive en un piso que no es el suyo. Pertenece a un banco que en su día le concedió una hipoteca a la que está ligado de por vida. Casi todo el fruto de su trabajo lo destina a pagar los intereses de tan amable préstamo. A final de cada mes, y todos los meses de su vida durante los próximos 30 años, la generosa entidad extraerá de su cuenta el implacable diezmo. Ese era el pago convenido por hacer realidad su derecho constitucional a una vivienda digna. En su momento debió, además, firmar necesariamente un seguro de vida, pues hay gente que tiene la mala costumbre de morirse antes de pagar.
Si las cosas van mal y el tataranieto del vigésimo tataranieto pierde el empleo, el otrora amable banco no perderá su costumbre de cobrar su parte. Muy probablemente embargará la vivienda que tan generosamente posibilitó, para posteriormente venderla de nuevo. Eso sí, como hay que dar al César lo que es del César, el tataranieto del vigésimo tataranieto quedará esclavizado de por vida al otrora amable banco, a causa de una deuda que nunca podrá pagar…
¡Si el tatarabuelo de mi vigésimo tatarabuelo levantara la cabeza…!
Jordi García Quintanilla.
La reforma del mercado
15 FEB 2012 - 00:02 CET
Supongo que cuando se trata de reformar un mercado, se entiende que éste está compuesto por dos partes, empleados y empleadores. Que yo sepa siempre se incide en las obligaciones de los primeros mientras que nada se dice sobre los segundos. ¿Qué hacer si, por ejemplo, una empresa incumple el convenio, acosa a sus empleados, aprovecha un ERE y luego reparte beneficios? La contestación siempre es la misma: que el trabajador denuncia esas prácticas ante la Administración. Y como cualquier persona puede entender, ningún trabajador que quiera seguir manteniendo este sustantivo puede hacerlo.
Pues bien ¿por qué no se aprovecha esta reforma y se obliga a la Administración a que inspeccione, investigue y multe, en su caso, a los incumplidores? Todos en el mismo plano, los trabajadores con nuestras obligaciones y derechos y los empresarios exactamente lo mismo. Cooperemos para que todos salgamos de la crisis, pero todos por igual.
Cecilia Ruiz de Lobera.
Educar en casa
20 FEB 2012 - 00:04 CET
Yo he sido de las “educadas en casa”, hasta los 16 años ¡horrible!
Cuando me incorporé a los estudios fuera de casa parecía que todo el mundo se fijaba en mí, no tenia seguridad en nada, tenia lagunas en los estudios. Éramos cinco hermanos, yo la única chica, me daba una envidia enorme ver a mis hermanos que se iban al colegio y yo me quedaba en casa con mi profesora particular, tuve varias en el transcurso de los años.
A mí siempre me ha dado la impresión que me han robado esos años de mi niñez, de no estar en contacto con otros niños, de pasarlo bien y mal en el colegio. De verdad no se lo recomiendo a nadie, porque además luego cuesta mucho incorporarse a la vida que ha llevado la mayoría. Se me olvidaba, no estaba enferma, ni tenia ningún problema psicológico simplemente a mi madre no le gustaba educarme en un colegio. ¡Por favor pensar en los niños!
Queca Lara Pérez.
Voy a montármelo por mi cuenta
16 FEB 2012 - 00:12 CET
Sí, porque desde el momento en que entre en vigor la reforma laboral, podré contratar a cuantos chavalitos menores de 30 años me plazca, que la cosa me va a salir muy, pero que muy barata. Ya pagan los ciudadanos por mí.
Con la nueva modalidad contractual de apoyo a los emprendedores, tendré que contratarle de forma “indefinida” (así lo titula la ministra), pero me reservo mi derecho a extinguir su contrato antes de que pase un año, pues es el periodo de prueba que se ha establecido. Y si alguien no supera el periodo de prueba no tiene derecho a indemnización. Además, me bonifican con 3.600 euros y una deducción fiscal de 3.000 euros. Y lo mejor, también podré deducirme fiscalmente, si la cosa va mal y hay que reducir, el 50% de una supuesta prestación por desempleo que el chico viniese percibiendo con anterioridad.
Mi joven obrero, por supuesto y para no ver minorado su sueldo, puede cobrar del Servicio Público de Empleo un 25% de esa prestación. Pobre chaval, yo hubiese fijado hasta un 26% al menos. Ya puestos… no lo pago yo.
Y nada, al transcurrir el año, en su virtud, repetimos la operación. Por todos es conocido que hay un par de millones de jóvenes parásitos deseando pasar un añito con emprendedores como yo, aquellos que “constituimos la base del tejido productivo”.
José Javier CabañasPrieto.
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