El fracaso sólo es un paso hacia la consecución del objetivo, no debe producir angustia. Sin errores no hay aciertos, aunque estos tarden en llegar. Las personas que consiguen lo que desean nos enseñan que eso sólo es posible tras una larga lista de intentos infructuosos.
En el siguiente anuncio se ve a Michael Jordan, seguramente el mejor jugador de la historia, caminando con lentitud por un corredor apenas iluminado. Viste con traje oscuro, lleva gafas negras y se le nota abatido.
http://www.youtube.com/watch?v=JwR0JVUOj3I&feature=player_embedded
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Ahí está un hombre a quien se podría considerar el arquetipo del éxito en su actividad, sin duda uno de los deportistas más admirados por toda una generación y, asociada a él, una enorme enumeración de fallos.
Para triunfar, en el sentido de alcanzar aquello que deseamos, hay que pasar muchas veces por el fracaso.
No se trata entonces de que intentes no fracasar sino de qué harás cuando fracasas. A menudo, cuando conseguir la meta se vuelve nuestro único interés y olvidamos el proceso, los resultados no acompañan a los esfuerzos.
Cuentan que un joven aristocráta deseaba fervientemente convertirse en espadachín. Le habían hablado de un gran maestro de esgrima y había recorrido todos los poblados de la región en su busca. Cuando finalmente lo encontró en una humilde casucha, se arrodilló ante él y besó su mano.
- Maestro -le dijo-, te he estado buscando porque deseo ser espadachín.
Ante el silencio que mantenía el maestro, el joven prosiguió:
- Maestro, si estudio con dedicación, ¿cuánto tiempo me llevará convertirme en un hábil espadachín?
El maestro se pasó la mano por su cabellera gris, atada en una coleta, y dijo:
- Diez años, quizás.
El joven se decepcionó, no había pensado que pudiera ser tanto.
- Mi padre es anciano -dijo-, querría que él me viera una vez lo haya logrado. Si me esfuerzo mucho, ¿cuánto tiempo me llevará?.
- En ese caso -dijo el maestro- es probable que te lleve treinta años.
El joven estaba confundido, primero diez años, ahora treinta.....
- Maestro, haré todo lo que digas, estoy dispuesto a todo. Haré cualquier sacrificio, ¡lo único que deseo es ser espadachín!.
- Entonces -dijo el maestro-, deberás estudiar conmigo setenta años.
Ante la mirada incrédula del joven, el maestro de esgrima se levantó de su silla, lo acompañó hasta la puerta y le dijo:
- Tú deseas ser espadachín. Cuando desees aprender esgrima, vuelve.
- Maestro -le dijo-, te he estado buscando porque deseo ser espadachín.
Ante el silencio que mantenía el maestro, el joven prosiguió:
- Maestro, si estudio con dedicación, ¿cuánto tiempo me llevará convertirme en un hábil espadachín?
El maestro se pasó la mano por su cabellera gris, atada en una coleta, y dijo:
- Diez años, quizás.
El joven se decepcionó, no había pensado que pudiera ser tanto.
- Mi padre es anciano -dijo-, querría que él me viera una vez lo haya logrado. Si me esfuerzo mucho, ¿cuánto tiempo me llevará?.
- En ese caso -dijo el maestro- es probable que te lleve treinta años.
El joven estaba confundido, primero diez años, ahora treinta.....
- Maestro, haré todo lo que digas, estoy dispuesto a todo. Haré cualquier sacrificio, ¡lo único que deseo es ser espadachín!.
- Entonces -dijo el maestro-, deberás estudiar conmigo setenta años.
Ante la mirada incrédula del joven, el maestro de esgrima se levantó de su silla, lo acompañó hasta la puerta y le dijo:
- Tú deseas ser espadachín. Cuando desees aprender esgrima, vuelve.
CUENTO DE JORGE BUCAY: " Las ranitas en la nata ".
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez más difícil salir a la superficie y respirar. Una de ellas dijo en voz alta: "No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadarl Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuero estéril". Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco. La otra rana, más persistente, o quizá más tozuda, se dijo: "¡No hay manera!. Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora".
Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un solo centímetro, durante horas y horas. Y, de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo volver a casa croando alegremente.
"Aquel que nunca ha fracasado, es porque tampoco nunca ha intentado nada."
"Vale más fracasar por obtener un triunfo, que dejar de triunfar por temor a fracasar"
"No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos"
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